17 de marzo de 2020 - Nueva York - El Comité Judío Americano (AJC), la organización judía preeminente en los campos de la diplomacia global, emitió hoy la siguiente declaración sobre la pandemia del coronavirus.

La aparición del COVID-19 es un recordatorio sobre la interconexión, la interdependencia y las vulnerabilidades que compartimos EU y el mundo.

El virus no respeta fronteras. No se inclina ante el poder militar, el edicto religioso o el mandato gubernamental. Es indiferente a las diferencias por etnia, nacionalidad, religión, género y orientación política, aunque por desgracia, no por edad.

A medida que el coronavirus atraviesa nuestras comunidades, ejerciendo presiones inesperadas en los sistemas de atención médica y transformando la vida cotidiana de millones, lamentamos que muchos ya hayan perdido la batalla contra la enfermedad y expresamos nuestras condolencias y solidaridad a las familias afectadas, mientras llamamos a los gobiernos, a todos los niveles, a que afirmen estos principios básicos:

 

  • Liderazgo informado: La autoridad conlleva responsabilidad en momentos de emergencia sanitaria, políticas basadas en la evidencia científica y el pragmatismo, no en supersticiones, prejuicios, conveniencia política o partidista;

  • Cooperación global: Basándose en el hecho de que la enfermedad ignora las fronteras nacionales y estatales, los esfuerzos para combatirla deben de proceder de igual forma, con la más amplia diseminación de datos sobre pruebas, transmisión, infección y mortalidad, así como estrategias actuales y proyectadas de contención, regímenes de tratamiento y capacidad y avances en la lucha para encontrar medicamentos antivirales;
  • Apertura: La confianza del público en el gobierno, y la voluntad de las personas para sacrificar su comodidad, conveniencia, el acceso a su familia, la educación, los servicios sociales y su trabajo, dependen de la transparencia gubernamental y la garantía del derecho del público a estar informado oportunamente.

  • Civilidad: La crisis de civilidad pone a prueba el espíritu humano y con demasiada frecuencia convoca las respuestas más básicas: intolerancia, manipulación de la figura del chivo expiatorio, xenofobia, y egoísmo. Los líderes deben inspirar lo mejor en todos nosotros, modelando la compasión, el respeto mutuo, la unidad, el sentido de emergencia y el sacrificio personal. Los ciudadanos deben seguir dicho ejemplo.

En un mundo cada vez más globalizado, la pandemia de COVID-19 puede ser un presagio de las crecientes y universales amenazas para la salud y la seguridad pública en este siglo. Como tal, debería disipar las nociones falsas de que los problemas globales, desde los nuevos patógenos hasta el terrorismo y el cambio climático, pueden resolverse solo con acciones de naciones individuales. Sobre todo, requieren un liderazgo urgente, reflexivo y basado en hechos, y la máxima cooperación internacional posible.

A medida que nuestros líderes a nivel nacional, estatal y local, junto con sus contrapartes en todo el mundo, enfrenten esta enfermedad y las terribles pérdidas que incurra, tendrán, y necesitarán el apoyo de la sociedad civil, de la empresa, de la comunidad, de individuos de todas las religiones. Porque, no cabe duda, somos unos ante este reto.

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